Los mangos de fundación

Por: José Miguel Soto Jiménez

Producir, se ha convertido en cosa muy difícil, no solo por las dificultades que plantea una economía distorsionada por la creencia de que podemos resolver con empréstitos, remesas y otros derivados de “vivir del cuento”, sino por la ausencia de políticas que incentiven la producción nacional en todos sus renglones.

“Administrar y repartir pobreza”, es mal negocio. La única forma de combatir la pobreza, es produciendo riqueza, que equitativamente repartida, debe llenar el vacío social de una democracia con seis millones de pobres.

V República ha planteado una “vuelta al campo” que escape a la resonancia hueca de esa “frase cohete”, basada en antecedentes históricos no desechables, ni siquiera por los que ven la exhortación como anacrónica o nostálgica.

La bonanza económica que en otras épocas conoció el país, mal aprovechada y repartida, fue producto del campo o la agroindustria.

Bajo otros esquemas, el auge de la llamada “economía del postre”: Azúcar, café, cacao, tabaco y banano son de grata recordación para muchos y una acusación para aquellos “desorejados” que ante la imposición de nuevos modelos, a los pies de la deidad del mercado, desmontaron irreflexivos, nuestra capacidad productiva, para adoptar la “economía de los servicios”, que de muchas formas resume la cuestión aquella de tratar de coger “los mangos bajitos”.

Creyendo en “huevos de la lechuza” condenaron al descuido la producción nacional, aniquilando primero los emporios estatales, vendiéndolos y repartiéndolos como una “vaca muerta”, en pos de una privatización sin gradualidades, propiciando después en el sector privado un proceso similar, con grandes cargas impositivas.
Cuando llega el “TLC”, “panacea” de la hora, resulta que no podemos aprovechar sus beneficios convenientes al interés nacional y no competimos, porque apenas producimos o la hacemos con grandes dificultades.

Yo no soy un especialista agrícola, ni mucho menos. Pero como dominicano, pienso que este debe ser el “gran tema del país”, para combatir la miseria, el desempleo, la delincuencia y otras taras sociales.
Entonces viene el caso de los mangos de “Fundación”, muchos parceleros que producen ese fruto en un proyecto exitoso dedicado al mango, ligado históricamente a mitigar el hambre en el país, ahora representa un renglón importante para exportación, aunque este desposeído como otros sectores productivos del auxilio de autoridades sordas e indiferentes.

Bueno, pero ahora no solo se trata del “abandono del campo”, que lo hay de manera indiscutible, sino de uno de esos conflictos de los productores con el gobierno que debería protegerlos y facilitarles lo que hacen, y que se ha convertido en una barrera, porque los del proyecto ni siquiera pueden entrar donde se ganan la vida.

Yo sabía de esos proyectos de mango en esa región, no solo porque el “guardia” por su extracción mayoritariamente rural, tiene un vínculo tradicional con el campo, sino porque durante mi gestión como Secretario de las Fuerzas Armadas, cada vez que visitábamos la región en algún acto militar, el “Presidente”, aprovechaba para observar esas plantaciones, no porque eran de él, sino porque como profesional del área, Hipólito Mejía además de “tabacologo”, para el que no lo sepa, es un “palmologo” y sobre todo, un “mangologo consumado”.

Siente predilección por la producción del mango, como un literato puede inclinarse por la poesía o la novela, y un ingeniero por las vías o las estructuras.

En estos días fui con la “Quinta” a “Fundación” y además de encontrarme con integrantes de mis orígenes familiares, y con las sombras tutelares del Ejército Independentista, acampado telúricamente por allí, me tropecé con el dilema mortificante de los mangos, y como mi tarea auto impuesta, es “darle voz a los que no la tienen”, dirijo este articulo sin “politiquerías” a decirle a las autoridades que resuelvan ese problema, no solo en favor de estos esforzados productores, sino del país. No porque “me duela el mango”, “que es una fruta grata”, sino, porque es impostergable: “Hay que volver a Capotillo”.

Fuente: Listindiario

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