Si bien afectan a todo el mundo, estas tendencias globales tienen consecuencias y riesgos especialmente elevados para los aproximadamente 2.100 millones de personas que viven con menos de US$2 al día. Alrededor de tres cuartas partes de estas personas viven en áreas rurales y sus medios de vida dependen directa o indirectamente de la agricultura.
Es más, el aumento de los precios de los alimentos y la energía forzarán a los consumidores pobres a hacer concesiones en sus gastos y reducir drásticamente sus posibilidades de mejorar su bienestar.
Al empeorar las condiciones de crecimiento de los cultivos, el cambio climático ejercerá mayor presión sobre las tierras agrícolas y amenazará el aumento de la productividad, vital para la reducción de la pobreza. Los científicos estiman que el aumento de las temperaturas y los cambios en los regímenes de lluvias podrían causar una caída de hasta el 50% de la producción agrícola en muchos países africanos, y del 30% en Asia central y meridional.
El fortalecimiento de la inversión en investigación agrícola a nivel nacional e internacional es fundamental para superar estos nuevos retos con múltiples facetas. Además, existe la necesidad de ampliar dicha investigación para fomentar las innovaciones destinadas a la productividad agrícola, con el fin de beneficiar a la población rural pobre a la vez que se conservan recursos naturales como el agua, los bosques y la pesca.
Según el Informe sobre el desarrollo mundial de 2008, la inversión en investigación agrícola ha “rendido cuantiosos frutos”, con una tasa de rentabilidad del 43 por ciento en 700 proyectos evaluados en países en desarrollo. Claramente, para poder cumplir el objetivo de desarrollo del milenio de reducir el hambre y la pobreza a la mitad antes de 2015, una de las principales prioridades de la agenda de desarrollo internacional debe ser la utilización de programas sólidos, relevantes y eficaces de investigación.
Una alianza estratégica en evolución
El Grupo Consultivo para la Investigación Agrícola Internacional (CGIAR, por sus siglas en inglés), creado en 1971, es una alianza estratégica cuyos 64 miembros respaldan a 15 centros internacionales, que colaboran con muchos centenares de organismos oficiales y organizaciones de la sociedad civil, además de empresas privadas de todo el mundo. Entre los miembros del CGIAR se encuentran 21 países en desarrollo y 26 países industrializados, cuatro copatrocinadores y otros 13 organismos internacionales. Hoy en día hay más de 8.000 científicos y miembros del personal del CGIAR trabajando en más de 100 países del mundo.
El CGIAR produce hallazgos científicos de última generación para fomentar el crecimiento agrícola sostenible que beneficia a los pobres mediante el fortalecimiento de la seguridad alimentaria, la mejora de la nutrición y la salud humanas, el aumento de los ingresos y la mejora de la gestión de los recursos naturales. Las nuevas variedades de cultivos, los conocimientos y otros productos derivados de la investigación colaborativa del CGIAR se ponen ampliamente a disposición de las personas y las organizaciones que trabajan por el desarrollo agrícola sostenible en todo el mundo.
Las prioridades de la investigación del CGIAR son:
- Reducción del hambre y la malnutrición con la producción de más y mejores alimentos mediante el desarrollo de la genética
- Mantenimiento de la biodiversidad agrícola tanto sobre el terreno como ex situ
- Promoción de oportunidades para el desarrollo económico mediante la diversificación agrícola y bienes y productos de alto valor
- Aseguramiento de la gestión sostenible y la conservación del agua, las tierras y los bosques
- Mejora de las políticas y facilitación de la innovación institucional
Además, el CGIAR implementa varios “Programas de Reto” innovadores destinados a abordar cuestiones mundiales y regionales de vital importancia. Los Programas de Reto, implementados a través de amplias alianzas de investigación, movilizan conocimientos, tecnología y recursos para resolver problemas como las deficiencias de micronutrientes, que afectan a más de tres mil millones de personas; la escasez de agua, que ya afecta a un tercio de la población mundial, y el cambio climático, que plantea una terrible amenaza para los medios de vida rurales de todo el mundo en desarrollo.
El CGIAR siempre se esfuerza por alcanzar la excelencia. En 2008 se ha puesto en marcha una Iniciativa de Gestión del Cambio con el fin de garantizar que, dentro del entorno rápidamente cambiante antes descrito, el CGIAR se encuentra en condiciones de ofrecer nuevas tecnologías y nuevos conocimientos para obtener los mejores resultados posibles. La iniciativa culminará con una estrategia de futuro para el CGIAR.
El CGIAR está abierto a todos los países y organizaciones que compartan el compromiso de alcanzar el desarrollo agrícola sostenible y estén dispuestos a invertir recursos financieros, humanos y técnicos con este objetivo. Sus miembros se han multiplicado y diversificado con los años, y el CGIAR está dispuesto a seguir creciendo. Los gastos del CGIAR fueron de US$506 millones en 2007, lo que representa la inversión más cuantiosa para movilizar a la ciencia en beneficio de la población rural pobre de todo el mundo.
Sin la inversión pública en investigación internacional agrícola a través del CGIAR,
- la producción mundial sería entre un 4% y un 5% inferior
- los países en desarrollo producirían entre un 7% y un 8% menos de alimentos
- los precios mundiales de los alimentos y del cereal forrajero serían entre un 18% y un 21% más altos
- entre 13 y 15 millones más de niños sufrirían malnutrición
Beneficios para los pobres y el planeta
La investigación agrícola internacional lleva mucho tiempo produciendo resultados que ayudan a enfrentar los principales retos para el desarrollo y el medio ambiente de nuestro tiempo.
La ciencia desarrollada por los Centros apoyados por el CGIAR y sus socios ha generado importantes avances en términos de reducción del hambre y mejora de los ingresos de los pequeños agricultores en la mayor parte del mundo en desarrollo. La investigación del CGIAR va más allá de la simple productividad agrícola y engloba una serie de iniciativas relacionadas con el agua, la biodiversidad, los bosques, la pesca y la conservación de la tierra. Ha promovido la gestión sostenible y las prácticas de conservación en estos sectores, protegiendo así millones de hectáreas de bosques y pastizales, salvaguardando la biodiversidad y previniendo la degradación de la tierra.
Estos son algunos de los resultados de esa investigación:
- Control biológico exitoso del piojo harinoso y el ácaro verde de la yuca, plagas devastadoras de una raíz alimentaria vital para la seguridad alimentaria en África al sur del Sahara. Los beneficios económicos simplemente de este trabajo, con un valor estimado de más de $4.000 millones, son suficientes para cubrir todos los costos de la investigación realizada hasta ahora por el CGIAR en África.
- Nuevos Arroces para África (NERICA, por sus siglas en inglés) que combinan las altas producciones del arroz asiático con la resistencia del arroz africano a las plagas y las enfermedades locales. Los NERICA, sembrados actualmente en 200.000 hectáreas de zonas montañosas, están contribuyendo a reducir el costo nacional de importación de arroz y generando mayores ingresos en las comunidades rurales.
- Cultivo de más de 50 variedades de maíz resistente a la sequía en alrededor de un millón de hectáreas del este y sur de África.
- Cultivo de una variedad de arroz resistente a las inundaciones en seis millones de hectáreas en Bangladesh. La nueva variedad permite que los agricultores obtengan producciones dos o tres veces superiores a las de la versión no resistente, con cultivos sumergidos durante períodos prolongados, una situación que se volverá más habitual como consecuencia del cambio climático.
- Adopción generalizada de la tecnología de “no laboreo” para la conservación de recursos en los vitales sistemas de arroz-trigo del sur de Asia. Esta tecnología, empleada por cerca de medio millón de agricultores en más de 3,2 millones de hectáreas, ha generado beneficios estimados en US$147 millones gracias al aumento de la producción, la reducción de los costos de producción y el ahorro de agua y energía.
- Un sistema de agrosilvicultura denominado “barbecho con árboles fertilizantes” que renueva la fertilidad del suelo en el sur de África mediante los recursos propios de la explotación agrícola. Más de 66.000 agricultores han adoptado esta tecnología en Zambia, donde ha fortalecido la seguridad alimentaria y reducido el daño ambiental, y el sistema se está extendiendo a cuatro países vecinos.
- Información y herramientas empleadas por los conservacionistas para el seguimiento de unas 37 millones de hectáreas de bosque, lo que ha llevado a la mejora de la gestión de este recurso menguante y ha contribuido a aumentar la sostenibilidad de los medios de vida de los habitantes de los bosques.
- Un nuevo método para la detección de la aflatoxina, un veneno mortal que infecta los cultivos y los hace inaptos para el consumo local o la exportación que beneficia a agricultores de toda África al sur del Sahara. Esta tecnología, junto con un nuevo método de control biológico que ha resultado capaz de reducir la aflatoxina en casi el 100 por ciento, está contribuyendo a frenar esta importante amenaza para la salud humana, especialmente para los niños, y al ahorro de millones de dólares por pérdidas de ventas de alimentos para la exportación.
- Una metodología única para la integración de la agricultura con la acuicultura con el fin de promover los ingresos y la oferta de alimentos en áreas del sur de África donde la mano de obra agrícola ha sido devastada por el VIH/SIDA. En una prueba a gran escala en Malawi, este método duplicó los ingresos de 1.200 hogares y aumentó drásticamente el consumo de pescado.
- Una nueva estrategia para pronosticar el posible impacto del cambio climático sobre los parientes salvajes de los principales cultivos, que son una fuente clave de los genes necesarios para mejorar la resistencia al clima, además de valiosos hallazgos sobre las posibles consecuencias del desarrollo de biocombustibles en China e India para el abastecimiento cada vez más escaso de agua.
- Incremento de la producción lechera de pequeñas explotaciones de Kenya para la mejora de la nutrición infantil y la generación de empleo. Este proyecto, galardonado de pequeñas producciones lecheras aportó hasta el 80 por ciento de los productos lácteos vendidos en el país y fortaleció la capacidad local para comercializar dichos productos.
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