La biotecnología agrícola sí mitiga el cambio climático

Prácticas agrícolas como deforestación y uso de fertilizantes representan el 15% de emisiones de gases de efecto invernadero, pues la agricultura genera metano (CH4) y óxido nitroso (N2O).

Sin embargo, la necesidad de duplicar la producción para los próximos 25 años hará casi obligatorio aumentar la productividad, más cuando muchos países no tienen cómo crecer en sus áreas.


Para hacer de esto realidad, las semillas genéticamente modificadas (transgénicas) ofrecen varias ventajas.

Por ejemplo, su uso bajo sistemas de labranza mínima, permiten un menor consumo de combustibles y reducción en el uso de fertilizantes.

Una segunda solución que ofrece la biotecnología frente al cambio climático es el ahorro que representa la biotecnología para los sistema de producción agrícola, tras la llegada al mercado de semillas capaces de crecer en ambientes con bajos niveles de agua disponible.

Este es otro de los grandes retos que enfrenta la agricultura para utilizar de la manera más eficiente el agua para abastecimiento, especialmente, para los cultivos y la crianza de los animales.

En tercer lugar, las semillas transgénicas han sido modificadas para lograr una mayor productividad por unidad de superficie; por ejemplo, es claro que en Colombia una semilla se soya en la altillanura ofrece 2,2 toneladas por hectárea, mientras que una variedad modificada daría un rendimiento de entre 3 y 3,2 toneladas.

Para el caso de otro insumo fundamental, el fertilizante, las soluciones también están a punto de concretarse con los resultados de la investigación del Servicio de Investigación Agrícola (ARS), del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (Usda).

Allí, han descubierto tipos alternativos de fertilizantes que pueden reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero como el óxido nitroso que desprenden los fertilizantes nitrogenados.

El experimento del ARS para el control de las emisiones es el uso de urea en forma de bolitas recubiertas de polímero para un lanzamiento controlado y mezclada con otras sustancias que permiten al fertilizante mantenerse en el suelo por más tiempo.

Para los dos casos, reportó el ARS, las reducciones de óxido nitroso emitido al ambiente fueron de entre 30 y 50 por ciento, respectivamente.

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