En nuestro artículo anterior “Tierra de Cocoteros y Palmeras”, enunciamos que seguiríamos sobre el tema debido a la importancia que tienen para nuestra sociedad y país las palmeras, cocos y otras.
Es cierto que su protección es relativamente más fácil que su fomento, pues ya están ahí, estas han crecido por años y somos poco comprensivos en entender que el país y sus activos, aunque toman años significan que una nación no se hace en cuatro años, sino que se forma de manera permanente.
Palmeras nuestras, endémicas o ser únicas en nuestra floresta, como los cacheos (Pseudophoenix vinifera y P. ekmanii) que toman decenas de años para crecer y estar de un tamaño que podamos disfrutar viéndolas o utilizándolas, se pierden porque desaprensivos las cortan por encima de las autoridades que están para protegerlas. Este patrimonio forestal o natural, como las palmas cacheo, debe ser protegido con mayor ahínco e inclusive fomentado aunque para verlas tome una generación o más, pero alguien debe asumir la responsabilidad de salvar y cuidar las que hay sembrarlas en nuestros llanuras y montañas, en nuestras costas o en el interior.
Mencionamos estas palmas, pero podríamos estar escribiendo sobre los guanos, manaclas, canas o palmas en general, que tienen miles de tareas de tierra en nuestras escarpadas montañas, esperando que las sembremos con ellas.
Patria es algo más que suelo y plantas. Son todas las cosas que sirven para hacer una sociedad más viable y vivible, siendo éstas palmeras y otras, algo a fomentar. Reconozco los esfuerzos hechos en y por quienes dirigen el “Plan Quisqueya Verde”, pero desconocemos si entre sus planes están el sembrar miles de plantas, quizás de cientos de miles de estas plantas.
Qué grande sería, qué bello y, ¿por qué no? patriótico, dedicar los gastos de nominillas a las siembras de palmeras hoy, para que las futuras generaciones las cosechen o se beneficien de estas. Hablamos de plantas endémicas a las que podemos y debemos incorporar las introducidas con potencialidades productivas.
Sabemos que la mayoría de las acciones que se deben tomar en la vida institucional de un país, se debe contemplar lo económico como una de los ejes centrales de la planificación, pero el medio ambiente y la sanidad ambiental, no tiene valor económico y el precio a pagar por planes maestros de reforestar de manera seria, nunca será mucho dinero. Siempre nos referimos a que si podemos subsidiar o gastar en un Metro en la Capital o parte de esta, ¿cuál es la razón por la que no podemos tener planes reales de desarrollo forestal y ambiental, no un alto porcentaje de compañeros en nominillas sin hacer nada?
Claro es que enunciar y proponer es fácil, pero debemos conceptualizar el desarrollo de manera integral, el urbano y el rural, el medio ambiental y el económico.
Sembrar canas y hacer canales (cultivo organizado de canas), hacerlo con los diferentes guanos que tenemos, con palmas criollas, yarey u otras, beneficiará la economía pues permite que plantas artesanales se usen como cobijas, macutos, sombreros, árganas, amarras de tabaco, tablas y muchas cosas más, dentro de nuestras demandas de artículos para apoyar el turismo o la exportación.
Existen otras palmeras que tienen grandes potencialidades como la aceitera, el pejiballe y el cocotero, las que a mediano plazo (cinco a diez años) pueden redituarnos mucho beneficio económico y ambiental.
Nuestros cocos, una de las plantas maravillosas que tenemos, están sufriendo cierto descuido y decadencia debido a factores ambientales, económicos y de políticas agrícolas.
Por todo lo que significa esta palmera, debemos insistir en que los cocos no los debemos ver solo como agua y aceite de coco, sino por todo lo que los árboles significan para una sociedad.
Plantear o plantar públicamente lo que debemos hacer para salvar y fomentar los cocos, es materia de otros comentarios, además con la seriedad debida, ya que en la industria aceitera del país se gastan millones de dólares en grasas comestibles que bien podríamos producir aquí o exportar como hemos hecho tradicionalmente como cocos secos, copra o crema de coco.
Sabemos que no es fácil que lo expresado sea entendible por los hacedores de políticas e inclusive los ejecutantes, esto no da mordida grande pues las tajadas son chiquitas, lentas y muy trabajosas, pero algo y alguien deben hacer algo para salvar las palmeras nuestras.
Creo en mi país y mi gente, pero debemos ver si alguien le dice o nos dice a muchos la frase histórica religiosa dicha a Lázaro: “levántate y anda”. Nuestro sector ambiental y productivo necesita nueva vez que se aplique esta frase.
Fuente: Hoy
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