Santo Domingo.- Un encuentro anual de cacaocultores dominicanos es un encuentro de cientos de campesinos y campesinas mayores de 55 años, acompañadas de dos o tres jóvenes empresarios que todavía apuestan al sector.
Los pequeños y medianos productores del llamado “manjar de los dioses” representan a las 30 mil familias que se dedican a este cultivo hace décadas o centurias.
Entre bonanza y complicaciones han podido vivir del cacao, pero ahora la mayoría no tiene a quien traspasar el oficio, porque las nuevas generaciones no quieren trabajar dentro de la finca. Los hijos y las hijas de los productores prefieren emigrar a los núcleos urbanos, donde existen otras condiciones de vida, desligadas de la tierra y sus exigencias.
“Los problemas de la edad impiden que esos productores puedan darle un buen manejo a la plantación. Se ven forzados a arrendar la finca o a venderla porque no pueden sostenerla”, asegura Gregorio García Salazar, secretario ejecutivo de la Comisión Nacional del Cacao.
El agrónomo entiende que, aunque quisieran, los adultos mayores no tienen la capacidad de renovar sus plantaciones al ritmo de la demanda de los compradores, ni de asumir las nuevas técnicas de cultivo, que elevan los niveles de productividad del árbol, cuna del mundialmente apetecido chocolate.
Pese a este problema de relevo generacional, República Dominicana mantiene una producción promedio anual de 50 mil toneladas de cacao, distribuida en cinco zonas de siembra: Regional Nordeste, con el 61% de 2 millones de tareas; Regional Este, con el 13%; Regional Central, con 10%; Regional Norte, con 9.5%; y Regional Norcentral, con el 6.5%.
En total estas regionales ocupan el 13% de la zona boscosa del territorio nacional. Para mejor el rendimiento las fincas se ubican entre los 100 y los 500 metros de altura sobre el nivel del mar.
El Consejo estima que en el proceso de siembra, cosecha y comercialización del fruto trabajan más de 300 mil personas, y que por concepto de exportación (44 mil toneladas aproximadamente) el país generó durante el 2009 más de US$160 millones.
De estas exportaciones, dirigidas principalmente a Europa y Estados Unidos, cerca de 15 mil toneladas se cosechan bajo la observación de las normas internacionales de agricultura orgánica, lo que convierte a los dominicanos en los mayores productores de cacao orgánico de todo el mundo.
“El cacao es un árbol bondadoso. Pero para que pueda dar mayores beneficios debe asociarse con otros cultivos. Eso implica que los productores deben hacer un esfuerzo para mejorar sus plantaciones”, explica García Salazar cuando hace referencia a la necesidad de que paralelamente con el cacao los campesinos dominicanos necesitan sembrar otras frutas que eleven la rentabilidad de sus fincas. Esta solución, dice, es la única que arrojan las diferentes investigaciones sobre el tema.
A la fecha, los pequeños y medianos productores sacan alrededor de 50 libras de cacao húmedo por tarea, mientras la recolección empresarial promedia 1.3 quintales dentro de la misma unidad de medida. ¿La diferencia? Las empresas que se dedican al negocio sí tienen los recursos necesarios para renovar sus plantaciones y aumentar la productividad de cada árbol.
Visión empresarial
Históricamente los precios del cacao han sido inestables, hasta tal punto que limitaban el crecimiento y la planificación dentro del sector. Pero esta realidad ha ido cambiando con el paso de los años. La industria del chocolate y demás productos elaborados a base del fruto del cacaotero brindan cada vez más oportunidades a quienes se interesan en sembrarlo.
Al menos eso entiende el empresario Miguel Roig, representante de Roig Agrocacao S.A, quien considera que el Estado y los industriales pueden trabajar juntos en la concientización de las nuevas generaciones de productores para garantizar el relevo generacional tan ausente en los cacaotales.
“Se ha convertido en un producto especial de los mercados internacionales. Los productores hoy están vendiendo a precios atractivos. El deber de nosotros es enseñarles esa realidad para que se la vayan enseñando a sus hijos. Creo que la solución está dentro del mismo negocio”, dice Roig.
El empresario también opina que las autoridades deben habilitar nuevas fuentes de financiamiento si realmente quieren proteger e incentivar la cacaocultura en suelo quisqueyano. Además, critica, “el país está corto con los viveros. Los existentes no dan abasto de ninguna forma”.
A superar
El chocolate es el principal derivado del cacao. Su consumo se extiende a todo el planeta, a pesar de que el fruto sólo crece bajo clima tropical. La pasada crisis internacional provocó que la demanda de cacao de alta calidad bajara de 80 mil a 20 mil toneladas. Para hacer frente a este tipo de variaciones impredecibles, los expertos de la región proponen la adopción de técnicas de agroforestería. Éstas consisten en el aprovechamiento del terreno de la finca para sembrar árboles frutales diversos. Así se consigue aumentar los beneficios por tarea.
Las investigaciones del Consejo Nacional del Cacao también apuntan a que debe superarse el hecho de que el 45% de las plantaciones pertenecen a variedades nativas, poco productivas, con edades que oscilan entre los 45 y los 70 años; cerca del 60% del cacao en grano, dedicado a la exportación, es del tipo Sánchez, de baja calidad; y las malas prácticas agrícolas provocan el deterioro de los suelos.
Mientras estas necesidades son atendidas, el éxodo de los descendientes de los cacaocultores hacia las ciudades continúa, y las fincas se ven cada vez más solitarias.
HISTORIA DE UN FRUTO DE LOS DIOSES
Los estudios indican que el cacaotero es originario de América, específicamente de la cuenca del río Orinoco.
Su nombre científico es Theobroma, o “Manjar de los Dioses”, como lo llamaba el pueblo Maya, primero en cultivarlo para consumo colectivo. En varias culturas precolombinas los granos de cacao fueron utilizados como moneda de intercambio.
El libro “Impacto de la Agroforestería en cacao de República Dominicana” explica que en este país el fruto comenzó a cultivarse hace más de 400 años. Cuando los españoles trajeron la caña de azúcar a la isla, este producto que se ingería como bebida espumosa y amarga comenzó a endulzarse.
En estado silvestre el cacao es un árbol “de elevado porte”, pero cultivado alcanza 3 a 8 metros de altura. Sus mazorcas comienzan a comercializarse a partir de los 3 o 4 años de la siembra.
El cacao contiene grasa vegetal, proteínas, calcio, hierro, vitamina A, fósforo y otros nutrientes. Por eso su gran demanda a escala mundial.
Durante décadas ha sido uno de los principales renglones del sector agropecuario dominicano.
Fuente: listindiario
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